viernes, 28 de noviembre de 2014

LA PRIMERA VEZ

-¿Sí dígame?
-Ya estoy aquí. Me equivoqué de salida y estoy en la estación.
-OK. Ya salgo. Tardo veinte minutos.
-Vale. Aquí te espero.

Se vistió y salió corriendo de casa. Llevaba meses esperando esa visita. Meses y noches de confesiones, de risas, de vivencias, de llorar el dolor. Y un día , llegó el rayo de luz que volvió a iluminar su vida.

Entró al metro y se sentó. Algo dentro de ella tenía prisa por salir libremente de su interior y volar. Sintió como la humedad yacía poco a poco entre sus piernas; como su sexo comenzaba a cosquillear y querer jugar. No sabía si eran los nervios, la excitación, la ansiedad por ese encuentro tan esperado.
Hacia tiempo que había dejado de ser de ella misma y su vida y su alma ya no le pertenecía. Poco a poco había hecho que todo pasara de unas manos a otras. Ya no controlaba apenas nada de lo que, hasta hace unos meses, era libre de decidir o hacer.
La verdad que era una libertad deseada la que sentía. Una confianza inestimable e inmedible había surgido entre las dos y nada podía parar la evolución natural de los sentimientos.

Ahí sentada, rodeada de cantidad de gente, se preguntaba si alguna de esas personas de verdad tenían a alguien que las hiciera sentirse tan completas como Ella lo hacía con ella.

El vagón llegó a su destino y salió de él. El corazón le iba a mil por hora y las piernas le temblaban como la gelatina.
Sabía como era, pero la incertidumbre de si la conexión a través de las palabras se haría palpable cara a cara la tenia desconcertada. Necesitaba mirarle a los ojos, ver a través de ellos, sentir esas manos que tanto deseaba que dejasen marcas en su piel, disfrutar de esos abrazos reconfortantes que habían volado kilómetros y por fin podían unirse...

-Ya estoy saliendo del metro.¿Dónde está?
-En una bar llamado “Via 22”. Estoy sentada en la terraza.-
-OK. Ya voy para allí.

Con los nervios cada vez mas a flor de piel, caminó hacia donde la esperaba respirando hondo para intentar calmarse.

Y allí la vió. Sentada con su Coca cola Zero. Destilaba elegancia aun vestida en vaqueros y camiseta. Un pequeño foulard rosa rodeaba su apetitoso cuello, abrazándola con cariño.
Se acercó a Ella y le dió dos besos. Por muchos que las uniera, hasta ese momento solo eran amigas y así debía actuar, aunque por dentro sus sentimientos fueran otros.

Iba a ser un encuentro corto pero no por ello iba a dejar de ser intenso. Desde el mismo momento que la llamó todo subía de intensidad y las emociones se aceleraban.
Sus miradas se lo decían todo aunque evadieran encontrarse en determinados momentos. Pero aún así se sentía cómoda y la necesidad de Ella era cada vez mas imperiosa.
Observaba como Sus labios se movían al hablarle y como Sus manos bailaban al son de sus palabras.
Se fijaba en esas piernas ocultas tras un vaquero que no la hacía sino más irresistible. La volvieron loca desde el primer día. Deseaba sentirse rodeada e inmovilizada por ellas.
Sintió como su sexo cada vez estaba más húmedo y deseoso de acción.
Embobada en su imaginación perdió atención sobre la conversación. Era inaudito como Su sola presencia era capaz de hacerla estremecer de esas manera; de hacer que la lujuria naciera de ella de la forma que la hacía, salvaje y animal; que emanara de ella la necesidad de sentir el poder de esas manos finas y delicadas, pero fuertes y firmes.

Mientras escuchaba de fondo todo lo que Ella contaba, deseaba que no llegara el momento de despedirse, pero era algo inevitable.

-Bueno tengo que emprender viaje de nuevo pequeña. En unos día nos vemos de nuevo. Me esperan muchos kilómetros más estos días.
-Ojalá pasen pronto estos días. Tengo ganas de estar un par de días juntas.

Se levantaron de la terraza y se dirigieron hacia el coche de Ella. Metieron el maletero un par cosas y se dieron dos besos.
Una sentimiento desconocido hacía que quisiera besar esos labios pero la vergüenza y la inexperiencia se apoderaron de ella.
Sin esperárselo, Ella la empotró contra el coche y la besó.
Entonces todo su cuerpo se dejó llevar por el deseo que Ella le provocaba. Su sexo chorreó todo el placer acumulado desde hacía tiempo y sus pechos buscaban el roce con los de Ella.

Apenas fueron un par de minutos pero los suficientes para terminar de confirmar que era Suya.


                                                                                                     nyx de Lady Foc




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