Frente a frente, se miraban. Sus ojos
ardían de deseo, de ganas de jugar, de disfrutar de esos cuerpos que
a ambas las tenían absortas en un mundo oscuro lleno de
posibilidades y al mismo tiempo de luz.
Ambas arrodilladas, descubriéndose con
miradas furtivas cada curva de sus cuerpos, acariciándose con la
lengua sin apenas tocarse.
Al otro lado de la fría y lúgubre mazmorra, sus respectivos Dueño y Dueña, las observaban con unas copas de champagne acomodados en unos reconfortantes sillones dignos de reyes.
Delante de ellos, en una mesa, todos
los objetos de tortura posibles que serían testigos de la entrega de
las dos.
Kali y Luna se cogieron de las manos, acariciándose sutilmente las piernas. Sus bocas se acercaron y lamieron la saliva provocada por la sed mutua que se tenían. Besos llenos de pasión y lujuria se perdían en el silencio de la mazmorra.
Durante un rato, eran libres de
explorarse, de adaptarse la una a la otra, de dejar fluir todo lo que
sus almas y mentes encerraban en forma de fantasías y juegos.
Giraron sus miradas hacia Sus
respectivos, pidiendo permiso para ir a jugar a la cama de cuero que
estaba detrás de ellas. Ambos se miraron con complicidad y dieron su
consentimiento.
Se levantaron del suelo, de la mano, envueltas en un juego de miradas que solo ellas eran capaces de percibir.
Kali se tumbó en la cama mientras Luna
buscaba en un rincón varios juguetes para divertirse. Con andares
sutiles se acercó a ese cuerpo que la esperaba ansioso. Se colocó
encima de ella y acarició sus pechos, sus brazos, su ombligo con la
lengua. Kali comenzaba a emitir pequeños gemidos de placer que a
Luna no hacían mas que excitarla más y más.
Con un dildo de cristal, recorrió sus
muslos interiores y su coño. Al frío contacto con su humedad, un
grito lleno de lascivia hizo que Luna supiera exactamente que debía
hacer. Cogió el dildo y lo pasó por su propio sexo para impregnarlo
todo de ella misma. Con el dentro, se colocó frente al coño de Kali
y la penetró a ella también. Hasta el fondo. Sus sexos se juntaron
al follarse a si mismas. Quedaron con las cabezas en los bordes de la
cama y unidas por el centro del placer de ambas.
Alguien sujetó sus cuellos, inclinando del todo sus cabezas hacia atrás, quedando colgadas al aire. Miraron hacia arriba mientras se follaban mutuamente. El Amo metió a Luna la polla en su boca y la Ama hizo lo mismo con Kali usando un arnés.
Y así, folladas por dos de sus
agujeros cada una, sentían un placer que se ahogaba en su interior
por estar llenas de El y Ella. Sus cuerpos se estremecían con cada
embestida que cada vez eran más intensas.
A cada una de ellas, le seguía un
restallido de un flogger en sus torsos. Gemido tras gemido,
silenciosos, llenaban la fría habitación de fuego y calor.
De vez en cuando, entre El y Ella, se
miraban juguetonamente, haciendo alusión a las perras que tanto las
estaban divirtiendo.
Ellas no se veían pero se sentían. Sentían como ardían por dentro, como su líbido iba en aumento y no podían controlar. Las curvas del placer a las que estaban ascendiendo,cada vez eran más intensas y demoledoras. No sabían cuanto aguantarían cada una, pero se leían la mente y estaban dispuestas a todo por cumplir Sus deseos.
De repente, dejaron de follarlas por la
boca y las agarraron del pelo y las tiraron de la cama al suelo.
Con el orgasmo a punto de explotar, las arrastraron por el suelo
hasta dos cepos que estaban colocados uno al lado del otro en uno de
los rincones de la mazmorra.
Inmovilizadas por el cuello y las
muñecas, ambos látigos empezaron a marcar su piel.
-¡Contad perras! ¡A la vez! Si una
falla lo pagareis ambas.
Se miraron y comenzaron a enumerar cada
uno de los golpes que sus espaldas recibían. No se perdían de vista
y así consiguieron concentrarse al máximo en su tarea. Las lágrimas
de dolor amanecieron en el numero cuarenta para Kali y en cincuenta
para Luna. Se notaba quien era más experimentada pero no consistía
en una competición, sino en demostrar esa “hermandad de cadenas”
que estaban viviendo juntas. Se animaban y apoyaban mutuamente; sólo
mirándose se infundían ánimos.
De pronto los látigos dieron paso a
los rebenques en sus nalgas. Les pusieron una barras separadoras en
los tobillos que les impidieron cualquier tipo de movimiento. Debían
seguir contando cada uno de los golpes de esa lengua viperina de
cuero que tanto les gustaba a ambas. Perdieron la noción del tiempo.
Solo el placer de entregarse ocupaba todo el espacio.
Al cabo de un rato, Ella penetró a
Luna con sus dedos y Él hizo lo mismo con Kali. Durante un rato
jugaron con ellos dentro. Se acercaron el uno a la otra y susurraron
algo.
-Creo que se lo han ganado. ¿A ti que
te parece Querida?
-Mmmmmm..... vamos a ponerles la miel
en la boca. Quiero verlas jugar de nuevo juntas. Es divertido y
excitante,
-Estoy de acuerdo Querida.
Un embestida potente y decidida en sus
culos, hizo que ambas gritaran a la vez del placer que les provocó
de sorpresa. No se lo esperaban. Les siguieron varias más.
Sin desearlo, las soltaron de los cepos
y las obligaron a masturbarse mutuamente hasta correrse.
Kali, guiada por el ansia del orgasmo,
tumbó a Luna boca arriba y comenzó a comerle el coño de una forma
salvaje y animal, mientras esta le masajeaba y pellizcaba los pechos.
Ni una gota se le escapaba de ese sexo húmedo y ávido de
erupcionar.
Kali giró a Luna sobre ella misma
hasta tener su coño en su boca, en un sesenta y nueve perfecto entre
dos mujeres. Ella y El, se colocaron encima de sus respectivas bocas,
y mientras ellas se daban placer a si mismas, Luna también se lo
hacía a su Amo y Kali a Su Ama, mientras Él y Ella se comían a
bocados repletos de diversión y ganas.
Todos los gemidos y gritos reservados
durante el resto de la sesión, dieron paso a verdaderos alaridos
dignos de una bacanal llena de lujuria y perversión.
Los cuatro unidos en una perfecta
conexión y sincronización de cuerpos y sexo, alcanzaron la cúspide
de Sus deseos.
-Volveremos a repetir Querido.
-No lo dudes Querida.
nyx de Lady Foc
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