viernes, 6 de febrero de 2015

LA LEY DE OTROS MUNDOS

-¡Acércate a las rejas bandida!

Katia se bajó del catre destartalado y tiró la manta mugriente al suelo. Llevaba 3 días encerrada en esa celda sin saber por qué.
Saliendo de un pub con los amigos, fueron meros espectadores de una pelea que se estaba produciendo en la acera de enfrente.
La policía se presentó allí y detuvieron a todo el mundo que estuviera en los alrededores, sin preguntar si tenían algo que ver o no.
Y así acabó Katia. Esposada por obligación en una asquerosa celda llena de olores y malandros por doquier.

Apenas había comido en esos tres días y esperaba que al sacarla de la celda por lo menos le dieran un trozo de pan y algo caliente.

Metió las manos por el hueco de las rejas y le colocaron las esposas.
Le abrieron y caminó entre dos de los fornidos policías que la custodiaban hacia no sabia donde. Bajaron por unas escaleras y caminaron por un oscuro pasillo con puertas de metal cada pocos metros. Le quedó claro que esos eran los verdaderos calabozos, donde encerraban a los maleantes mas peligrosos. Se sentía observada por ojos ocultos en las pequeñas rendijas incrustadas en las puertas. Entre el eco se oían todo tipo de insultos que le propinaban los ahí encarcelados.

Llegaron al final del pasillo, donde había un cuarto con una silla en el centro con ataduras en sus brazos. Un catre usado y desvencijado esperaba a su próxima víctima en una esquina.

La tiraron al suelo de un empujón y cerraron la puerta con un golpe que la ensordeció. Se sentía agotada y hambrienta. Se durmió.

Una atronadora patada en el estomago la despertó.
-¡Despierta zorra!

Se giró y ahí estaba. Imponente, deslumbrante y derrochando poder por los cuatro costados. Los labios rojos eclipsaron su vista que se había quedado clavada en esas piernas infinitas acabadas en unos taconazos interminables.

La agarró del pelo y le arrastró hasta el catre donde la tiró como si fuera basura. Rasgó su camiseta con esas uñas de gata felina y le arrancó los pantalones de un tirón. Quedó ahí desnuda, humillada y viéndose observada por todos esos hombres con cara de viciosos que eran el séquito de Ella.

-Es toda vuestra chicos. Podéis hacer con ella lo que queráis pero no me la matéis. Dejadme un cachito si acaso. No seas malos.

Una perversa risa llenó la habitación. Y tal como apareció, se fue.

Uno a uno le fueron magreando cada parte de su cuerpo. Sentía una humillación extrema y miedo al mismo tiempo. Desconocía si ellos tendrían algún tipo de límite o consideración hacia ella.
Se iban alternando para que todos disfrutaran del cachito de carne que creían les pertenecía.

Uno de ellos cogió su melena y y la puso de rodillas contra la cama. Se la folló cuantas veces quiso mientras otro metía su polla subido en el catre y le llenaba la cara de bofetones. Sus rodillas estaban llenas de magulladuras y cara de morados. Le empezó a sangrar el labio de una de las ostias que le metió otro de los policías, que le sujetaba la cabeza mientras el otro continuaba follándole la boca hasta que le echó toda la corrida por la cara.

-¡Límpiame bien la polla que te la vas a seguir comiendo hasta que revientes puta! ¿Como va ese culo Mario? ¿Ya se lo reventaste o hay que meterle otra?
-¡Jajajajajaj! ¡Que bestia eres Raúl! Aunque creo que a esta zorra le encantaría. Es una puta perra bien preparada.

Un tal Isaac, se tumbo en el catre y puso a Katia a horcajadas de el. Le follo el coño mientras Mario seguía metiéndosela por el culo.
El que le llenó la cara de bofetones, le ató los brazos ala espalda para que no pudiera moverse y quedase totalmente acoplada a la doble follada a la que le estaban sometiendo.

Sentía todo su cuerpo dolorido. Manchas negras de estar en suelo, semen por toda su cara y su pelo, moratones en cada centímetro de su piel..... humillación mental y física que la había dejado destrozada.

-¡Parad ya brutos! La vais a matar. Si es que no os puedo dejar solos...¡Joder!

Ella se acercó dejando rastro del sonido de sus tacones por todo el habitáculo. Ese sonido calmó a Katia.

-¡Raúl! ¡Mario! Ponedla en el respaldo de la silla y atadle los brazos a los laterales. Voy a disfrutar de mi pequeña y sucia zorra un ratito.
-Como Usted ordene mi Señora.

Ella acarició sus nalgas delicadamente pero con decisión. Secó las lágrimas de sus ojos que denotaban su vencimiento. Podían hacer con ella lo que quisieran. Solo deseaba que acabase pronto esa tortura.

La Reina se colocó delante de sus ojos con un tremendo arnés brillante e incitante a ser lamido.
Se lo restregó por sus labios.
-¡Chúpalo zorra!
Katia se lo metió en la boca como pudo, pues al estar atada no estaba libre de movimientos. Lamió esa polla de plástico como si le fuera la vida en ello.
La saliva se le resbalaba por las comisuras de los labios... se sentía tan sucia... Las arcadas le impedían respirar con normalidad y le costaba mantener el ritmo.
Ella sacó la polla de su boca y le frotó la saliva por su cara. Se puso detrás de ella y se la metió por el culo sin ningún tipo de miramiento.
La sintió tan adentro que creyó que le había llegado hasta el estómago. El placer que le probocaba era tan efímero pero estaban tan eclipsado por el agotamiento, que Ella lo notó. Entonces con sus dedos masturbó su coño mientras seguía penetrándola.
Cada embestida y cada caricia con esos dedos mágicos, fueron lo único que lograron que Katia estallase de placer a pesar de su estado.

-Buena perra Katia. En este territorio solo existe una ley....la MÍA.-dijo Ella señalando su cuerpo.



                                                                                                             nyx de Lady Foc







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