Le dolían las muñecas. Las cuerdas
cada vez más, apretaban sus muñecas contra la mesa de madera en la
que la habían atado.
Después de recibir una buena sesión
de latigazos, el roce de su espalda contra la madera le hacía sentir
un dolor tremendo y agobiante. Las lágrimas le recorrían la cara
pero no debía emitir ni un solo lamento.
La respiración se le entrecortaba y el
corazón sentía que se le salía del cuerpo. Intentaba mirar al
techo y establecer un punto fijo para aguantar todo lo que quedaba
por caerle encima.
De repente, la cara de su Ama se
estableció en su punto de mira. Una sonrisa dulce y una mirada llena
de malicia y perversión, deleitaron sus oídos y su vista.
Recibió unos azotes en los pechos con
una pala, que no hicieron mas que hacerla aterrizar en la realidad y
volvió a sentir que el dolor la cubría de nuevo.
La compañera de juegos que Ella había
elegido, la torturaba con un Hitachi en un coño ya húmedo y deseoso
de poder estallar, a la vez que le introducía los dedos para dejarle
con el sabor pero sin llegar a sentirlo del todo.
Por el lateral, la vió llegar con una vela candente, la cual empezó a derramar por sus pechos. Pequeñas gotas que le dejaban una ardiente sensación al principio y que la segundo se convertía en un extasiante mundo de placer.
Por el lateral, la vió llegar con una vela candente, la cual empezó a derramar por sus pechos. Pequeñas gotas que le dejaban una ardiente sensación al principio y que la segundo se convertía en un extasiante mundo de placer.
Adoraba la sensación de la cera
estallando contra su piel en cualquier parte de su cuerpo. Era tan
excitante y relajante, que el tiempo pasaba demasiado rápido.
Mientras el vibrador le proporcionaba
una tortura casi insoportable y extrañamente placentera, cualquier
otra práctica le excitaba sobremanera desde el inicio.
Su Ama no se detuvo solo en sus pechos.
Todo su cuerpo estaba lleno de las pequeñas estelas que la cera iba
dejando a su paso. Estela que iba unida a las ganas cada vez mayores
de lanzar un grito orgásmico y liberador.
Colocaron el Hitachi en su vientre a la
vez que lo ataban para que se mantuviera ahí quieto con la cabeza
vibradora masajeando su clítoris.
La compañera apareció con una fusta
de cuero y su Ama con un arnés, que al verlo, hasta los ojos se le
abrieron al máximo. La cara que debió poner fue de risa, pues su
Ama y la compañera rompieron a carcajada limpia.
Mientras su compañera fustigaba su
pechos, su Ama la follaba como si no hubiera mañana. Y ella que
pensaba que eso la iba a reventar por dentro, sin darse cuenta el
nivel de excitación en el que se encontraba.
El placer que sentía con un uso tan
salvaje pero a la vez el hecho de sentirse tan segura en las manos de
Ella y de quien decidiese, cada segundo le acercaba más y más al
momento del éxtasis.
Y su Ama lo sabia. Y cada vez las
embestidas y los fustazos eran mas fuertes y mas intensos.
-¡Ahora!¡Córrete zorra!¡Ya!
Nada más oír la primera palabra,
estalló en un sinfín de gritos y gemidos que invadieron la sala.
El público aplaudió y felicitó a Su
Ama.
nyx de Lady Foc
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