Llevaba toda la tarde tirada en la cama, mirando el techo, aburrida. Los planes que tenía se habían cancelado y eso le había dejado bastante triste. Ni el ordenador ni la lectura la entretenían. De repente,una necesidad imperiosa de hacer alguna travesura se apoderó de ella.
Abrió el cajón donde guardaba algunos tesoros de su niñez y, mirando un álbum de fotos del colegio, la infancia volvió a su memoria.
Esa edad en la que no hay más preocupaciones que las de ver al chico que te gusta y pasar el tiempo con las amigas cotilleando en un rincón del recreo.
Cogio sus temperas y se fue al cuarto que tenía vacío en su pequeño apartamento. Allí disponía de unos cuantos juguetes y varias pizarras distintas para saciar la vena infantil que de vez en cuando aparecía.
Sintió como una mirada traviesa se ponia en su rostro. Manchó sus manos con las temperas y comenzó a dibujar sin sentido en la pared. Subió el volumen de la música y se quedó solo con una camiseta vieja pero llena de vida. Dejó su imaginación volar durante un buen rato.
Al cabo de una media hora, el timbre sonó. Una sensación entre sorpresa y susto le llenó por completo al mirar lo que había hecho. El timbre no había hecho más que traerla a la realidad de nuevo.
Se limpió las manos en la camiseta y fue corriendo a abrir la puerta.
Ella apareció imponente y por sorpresa. Le miró.
-¿Pero se puede saber que estabas haciendo criatura?¿Tú has visto cómo estás,llena de pintura hasta el pelo?
- Me aburría, Ama, y me puse a pintar en el cuarto.
Mientras, Ella caminaba directa al lugar del crimen. El grito que salió de su garganta, le asustó. Se quedó en un rincón, viendo como Ella se volvía y la miraba llena de ira.
-¿Crees que esto es normal?¿No tienes suficientes superficies para pintar que tienes que usar las paredes del cuarto de juegos? ¡Vete a tu cuarto y no salgas hasta que te lo ordene!¡Ya!
Sin articular palabra, cerró la puerta de su habitación. Su travesura iba a tener consecuencias verdaderamente duras.
Pasó lo que quedaba de tarde encerrada e incomunicada. A los cinco minutos, Ella había entrado y se había llevado el móvil y el ordenador.
A la hora de la cena, escucho cómo se abría la puerta y Ella se acercó a la cama. Se sentó en un lateral y la miró.
-Acércate pequeña.
Temblorosa,gateó hasta Ella y se acurrucó en su regazo, casi enrollándose a Su alrededor. Cerró los ojos, agazapándose en Su calor.
Ella acaricio su cabeza,mientras le susurraba que había sido una niña mala, y que este tipo de niñas debían recibir un castigo.
Sin apenas darle tiempo, un azote en una de sus nalgas le hizo chillar. Y le siguieron varios más. Alternaba una nalga y otra, y cada vez eran más fuertes. Las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos. Pero el orgullo le hacia retenerlas.
-Pequeña, te estás olvidando de contar. Y eso no es buena señal.
La impotencia por no haber sido capaz de preveer esa azotaina, le había enfadado. Comenzó a contar azote tras azote. Sentía como el culo le ardía cada vez más, y al mismo tiempo, como su sexo se había humedecido.
-¡Ay pequeña traviesa!- dijo mientras Sus dedos penetraban en su interior y la masturbaban, y con la otra mano la seguía azotando.
El nivel de placer poco a poco,iba superando al de dolor,costándole controlar el no correrse.
Entre sollozos, suplicó permiso, que obviamente le fue denegado.
Ella cada vez le masturbaba más intensamente, haciéndose casi insoportable el sobrellevar esa negación.
De repente pararon los azotes y los dedos en Su interior. Le dió un beso en la frente y se levantó, echándola a un lado de la cama.
-Hasta mañana pequeña. Qué descanses.
nyx de Lady Foc