Le abrazó. Era de las pocas veces que
podían amanecer juntas. Se giro hacia ella y paso su brazo por su
barriga, apoyando la mano en la curva de la cadera. Se quedó mirando
como dormía plácidamente.
Era una visión única. Era tanto el
amor que le profesaba, que respirar su mismo aire, oler su piel o
simplemente verla así, tranquila y refugiada en sus cálidos sueños,
se convertían en momentos memorables e imborrables.
Comenzó a acariciar su ombligo
suavemente,sabiendo que eso la sacaría de su dulce letargo. Subió
por el centro de su torso hacia sus pechos, dibujando eses llenas de
deseo. El pijama de raso que llevaba, despuntó cuando sus pezones
reaccionaron ante las suaves yemas de sus dedos paseando por cada uno
de sus senos.
De ahí pasó a su cuello, a la vez que
lo llenaba de besos húmedos y deleitaba sus oídos con pequeños
susurros repletos de te quieros que quedaban grabados en su tenue
despertar.
Entreabrió los ojos y la miró. Y
sonrió.
Ese pequeño esbozo de sonrisa, fue la
señal que llevó su mano a volver a bajar hacia su monte de Venus.
Lo acarició con delicadeza, como si
sus dedos fueran una pequeña pluma llena de sensibilidad y calidez.
La excitación en ambas comenzaba a ser latente. Los flujos de ella
iniciaban el camino al exterior, bañando esos pequeños trozos de
carne que le estaban haciendo el amor tan delicada y sutilmente.
Masajeó con cariño su clítoris,
sintiendo como su cuerpo se convulsionaba en pequeñas oleadas que
las caricias le provocaban. De vez en cuando introducía la punta de
sus dedos, a la vez que seguía estimulando el pequeño pero efectivo
botón del placer.
Aunque ella seguía medio sumergida en
su plácido sueño, no le era indiferente todo lo que estaba
sintiendo.
Sus gemidos cada vez eran mas fuertes,
y estos le indicaban que el camino que estaba siguiendo era el
perfecto y adecuado.
Continuó masturbándole, y con su otra
mano también se lo hacía a ella misma. Aunque la verdad, hacía rato
que también estaba excitada. Necesitaba poco para empezar a
humedecerse y ya se había controlado varias veces para no ponerse
encima de ella y frotar su coño contra el de ella.
Era tan grande el deseo por verla
llegar al orgasmo, sentirla jadear y gemir, ver como su cuerpo
reaccionaba a sus caricias, que el mínimo roce hacia que su sexo se
mojase.
Con la libido por las nubes, se colocó
encima de ella, juntando ambos sexos y rozándose con ella, le chupo
los pechos con su lengua al mismo tiempo. Le encantaba darle
pequeños mordisquitos que ella agradecía con una irónica y divertida
mirada. Sabia que le gustaba.
Los flujos de ambas se mezclaron cual
cóctel bien elaborado y los sexos encajaron de tal forma, que sus
clítoris encontraron el punto justo de conexión para elevarlas a
ambas hasta un intenso y salvaje orgasmo.
El amor que ambas sentían,quedó
latente en cada uno de los gemidos que inundaron la habitación
aquella mañana.
Nada importaba en ese momento, el
tiempo se había detenido entre jadeos y caricias. Solo el amor que
ambas se profesaban merecía ese día estar allí.
Se abrazaron y el sueño volvió a
engullir de nuevo todos sus sentidos.
nyx de Lady
Foc
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